Te amo, te odio. Te odio, te amo.

Te odio, te amo. Delia Cancela en Van Riel desde el lunes 29 de octubre de 2012 hasta el viernes 23 de noviembre de 2012.
El espacio de Van Riel invita a ser recorrido como si uno ingresara en una cotidianeidad conocida. Un universo donde las pasiones son las protagonistas: la obra de la gran artista Delia Cancela.

Las mujeres de la primer serie con sus cachetes sonrojados o sus pelos de colores -como la artista- nos abren la puerta, más bien los ojos, a sus mundos privados. Así, ingresamos a la exhibición. A la mesa del desayuno, o tal vez de la merienda, de trabajo, de reflexión, de soledad o de descanso. Las líneas, como eternas, no terminan en los bordes, sino que desaparecen antes. Se esfuman como si no hubiera a dónde caer después del límite de la tela.
No se aclara la técnica ni los títulos, no hay textos curatoriales. Todo colabora con el pedido de silencio que hacen las obras. Todo invita a sumergirnos en ese universo de trazos, de detalles, de líneas y colores.
Siempre avant-garde, la artista introduce elementos como el ipod, los celulares, sin dejar de lado al inmortal libro. Aparecen en estos dispositivos unas pequeñas imágenes coloridas, como en una especie de puesta en abismo, que hacen dialogar las situaciones. Son las imágenes de Bonnard, que también están ahí, a la espera de ser vistas por esas mujeres que sostienen sus ojos entrecerrados. Ojos suspendidos pero despiertos, mujeres activas en su universo interior.
En una obra iluminada por dentro, vemos una Alicia desgarrada. El león, a su lado, rodeado de sangre casi transparente, es seguramente quién le ha sacado su corazón. Un animal tan hermoso como peligroso. La serie que se encuentra a su lado introduce a los hombres, a quienes no habíamos visto antes. Las desgarran y sin embargo, nuevamente, tan terrible escenario es a su vez deslumbrante. Quizás sean ellas quienes ofrecen sus corazones. Abundan los detalles, interminables, fascinantes. Al fondo de la sala, un vestido se sale del marco. Se derrama, como sangre, llegando a nosotros. Transgrediendo su espacio, superándose. Fundiendo moda y arte. Pasión.
En la inauguración, una mujer leyó poesías que la artista había plasmado en un cuaderno de jardinería. Como un brote, subiendo de las hojas hasta su calma voz, nos susurraron otra porción de su mundo. Una mesita, a lo lejos, como parte de lo cotidiano, de lo más íntimo, desdibuja límites. Realidad y ficción se funden, confundiéndose, haciéndose uno. La obra de Cancela nos invita a recorrer ese mundo que en la superficie parece calmo. Sin embargo, atrae a los valientes a adentrarse en el torbellino que se esconde detrás de los ojos, entrecerrados pero atentos. Amor y odio, casi lo mismo.

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