Relaciones Peligrosas / Museo Genaro Perez de Cordoba
Con el Mercado de Arte Contemporáneo como telón de fondo, el museo Genaro Pérez inaugura un nuevo “Diálogo de colecciones” con patrimonios públicos y privados de Córdoba, Buenos Aires y Lima. Se propone indagar en relaciones particulares entre artistas y coleccionistas, tarea que logra solo en parte dejando varias zonas con lazos muy tenues con el guión curatorial.
Se recuerdan pocas muestras tan anunciadas como “Relaciones peligrosas”, curada por Sofía Torres Kosiba (Córdoba) y Raúl Flores (Buenos Aires). Vimos hasta en el bondi las siete u ocho fotos de obras que se usaron a modo de adelanto de prensa en las semanas previas a la inauguración, el pasado 26 de julio. Por tal razón, esta nota no incluye imágenes, para no contribuir a la inflación simbólica.
El concepto pensado por Torres Kosiba es simple: explorar las zonas de ciertas colecciones privadas que evidencian una relación entre coleccionista y artista más allá del mero quid pro quo de la compra de obra. Rescatar “lo emocional y lo afectivo” para así hacer “presente la historia de estos vínculos que desbordan a sus mismos actuantes.” Benito Laren viviendo nueve años en la casa de Gustavo Bruzzone, Verónica Meloni haciendo una performancecomo regalo de cumpleaños para Alejandro Londero, Amalia Amoedoapoyando la pedagogía artística de Fernanda Laguna en Villa Fiorito, son algunos ejemplos que esta muestra trae al frente con originalidad, contundencia y buen sentido de oportunidad.
Al ser una muestra inserta en el MAC, hay que atender necesidades que exceden lo impoluto de un guión museológico. Así, los homenajes a Giuseppe Campuzano y Victoria Santa Cruz, junto al colectivo María Galería y la colección Jorge Villacorta, obedecen a la condición de país invitado de Perú más que a su pertinencia curatorial. Su carácter injertado es palpable, así como el del acervo del Museo Rivolta de Unquillo, más enigmático aún. El visitante lo percibe y pasa rápidamente por estas salas.
La contribución de Flores es otro misterio. Tras declarar hace unos meses, como quien no quiere la cosa, que los coleccionistas cordobeses actuales semejan “figuras solitarias lejos del pecado, austeras”, se acerca a este mundo a tientas. Su texto curatorial denuncia “un Estado ausente y en pleno repliegue de sus recursos” y rescata “el fascinante rol que tienen lxs artistas” como gestores, curadores, editores… “artistas, etc.”, como Ricardo Bausbaumya los bautizó hace veinte años. Si queremos hacer números, la Historia fácilmente ofrecerá ejemplos de épocas más aciagas en cuanto al apoyo estatal para las artes visuales, sin necesidad de ponerse la camiseta amarilla.
Las colecciones privadas se llevan la mejor parte, por el inconfesable voyeurismo de asomarse a esas sensibildades tan particulares. Me sorprendió el video de Amalia Amoedo, no tanto por su opulencia (esperable) sino por su frescura y transparencia. El contrapunto entre la “Etelvina” deAndrés Piñero (colección MGP) y la lisérgica pintura tajeada de Fernanda Laguna es sin duda el punto más alto de la exposición. Las piezas de la colección Bruzzone, quizás por su estatus ya mítico, no me impactaron tanto.
Unidad Básica emerge de la virtualidad para encarnar en obras de ocho artistas (la más numerosa de la muestra) de destacada factura y relevancia. Desde una hermosa fotografía de registro de performance de Carmen Cachínhasta los stickers de Tomás Quiroga o el colgante de Guillermo Córdoba, las resonancias con la colección Londero ameritaban un montaje más cercano espacialmente. Son estas dos, asimismo, las selecciones en que más se percibe una vinculación estrecha con el devenir del arte contemporáneo cordobés de las últimas décadas.
Las colecciones privadas más transitadas de Córdoba figuran en esta oportunidad con dos obras de la imponente Susana Gamarra, que es como Gardel: desde que no está, cada día pinta mejor. Su “aparato somático” (cientos de pinturas en blanco sobre negro de objetos y seres de la más diversa calaña) se ve reconstituido parcialmente a partir de los aportes deLorenzo y HAB; de esta última, además, se exhibe una excelente serie de certificados intervenidos que llaman la atención sobre el culto cordobés por el conocimiento objetivado.
A modo de colofón, propongo darle un premio a los artistas cordobeses más presentes en las muestras del Genaro, Pablo Peisino y Lucas di Pascuale (este último, con asistencia perfecta en las tres tandas de 2018).